Resumen ejecutivo

El informe OCDE-FAO Perspectivas Agrícolas 2021-2030 presenta una evaluación consensuada de las perspectivas a 10 años para los mercados de productos básicos agrícolas y pesqueros a escala nacional, regional y mundial, y sirve como referencia para el análisis y la planificación con miras al futuro. El informe es un trabajo de colaboración entre la OCDE y la FAO, elaborado con la contribución de expertos de los gobiernos de sus países miembros y de organizaciones especializadas en productos básicos. En el informe se destacan las tendencias económicas y sociales fundamentales que impulsan al sector agroalimentario mundial, suponiendo que no haya cambios de gran relevancia en las condiciones climáticas o las políticas públicas. Dado que el periodo cubierto por las Perspectivas de este año termina en 2030, las proyecciones aquí expuestas también señalan áreas a las que deberá prestarse mayor atención para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

En el momento de preparar esta publicación, el sector agrícola y alimentario ha demostrado una gran resiliencia ante la pandemia mundial de COVID-19, en comparación con otros sectores de la economía, pero el efecto combinado de la pérdida de ingresos y la inflación en los precios de los alimentos al consumidor dificultó aún más el acceso de muchas personas a una dieta sana. Después de una contracción económica inicial del efecto provocado por la pandemia de COVID-19, las proyecciones de las Perspectivas suponen que en 2021 comenzará una recuperación económica generalizada. Sin embargo, se prevé que en 2030 el nivel del producto interno bruto (PIB) mundial permanecerá por debajo de la proyección previa a la pandemia, pues no se prevé una plena recuperación de la pérdida del PIB que esta suscitó. En las Perspectivas se prevé que, si se sigue una trayectoria como hasta ahora, será especialmente difícil lograr el ODS 2 de hambre cero para 2030.

Los retos relacionados con la erradicación del hambre variarán en los distintos países. De acuerdo con las Perspectivas, se estima que la disponibilidad mundial promedio de alimentos por persona crezca 4% durante los próximos 10 años y llegue a poco más de 3 025 kcal/día en 2030. Sin embargo, dicho promedio mundial oculta las diferencias entre una región y otra. Se prevé que los consumidores de los países de ingresos medios aumentarán su ingesta de alimentos de manera importante, en tanto que la dieta de los países de ingresos bajos permanecerá casi igual. En África subsahariana, donde 224.3 millones de personas sufrían desnutrición en el periodo 2017-2019, se prevé que la disponibilidad calórica diaria per cápita aumentará solo 2.5% durante la próxima década, a 2 500 kcal en 2030.

Se anticipa que en la próxima década ocurrirán algunas modificaciones en la dieta. En los países de ingresos altos, se espera que el consumo per cápita de proteína animal se estabilice. Debido a la creciente preocupación en materia de salud y por el medio ambiente, se estima que el consumo per cápita de carne no aumente y los consumidores sustituyan y reemplacen cada vez más la carne roja por carne de aves de corral y productos lácteos. En los países de ingresos medios, se espera que la preferencia por los productos ganaderos y pesqueros se mantenga fuerte y que la disponibilidad per cápita de proteína animal aumente 11%, con lo que la brecha de consumo se reducirá 4% en comparación con los países de ingresos altos y en 2030 llegará a 30 gramos por persona/día.

La composición de la dieta también influye en los resultados globales en términos de salud. Se estima que durante la próxima década, a nivel mundial, las grasas y los alimentos básicos representen cerca de 60% de las calorías adicionales y para 2030 aporten 63% de las calorías disponibles, en tanto que las frutas y verduras seguirán representando solo 7% de las calorías disponibles. Se requiere redoblar esfuerzos para alcanzar la ingesta neta diaria de 400 g de frutas y verduras por persona recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto incluye trabajar para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, que son especialmente altos en el caso de los productos perecederos.

En las Perspectivas se destaca la relevante influencia de la eficiencia del forraje y los brotes de enfermedades en las tendencias futuras en materia de producción animal y mercados agrícolas. Un menor crecimiento de la producción ganadera y una mayor eficiencia del forraje en los países de ingresos altos y en algunas economías emergentes provocarán un crecimiento más lento de la demanda de forraje en comparación con la última década. En cambio, varios países de ingresos bajos y medios experimentarán un fuerte crecimiento en la demanda de forraje durante la próxima década, a medida que su sector ganadero crezca y se intensifique. El desarrollo de la ganadería en la República Popular China (en adelante, China), la mayor consumidora de forraje del mundo, será esencial en la evolución de los mercados mundiales de forraje. Después del brote de peste porcina africana (ASF, por sus siglas en inglés), China comenzó a reconstruir y reestructurar su cabaña porcina en 2020, pero se asume que tendrá poco o ningún efecto neto sobre el uso promedio de forraje por unidad de producto ganadero.

Según las Perspectivas, el sector de los biocombustibles se expandirá a un ritmo mucho menor que el alcanzado durante las últimas dos décadas. Se espera que la producción de biocombustibles utilice un porcentaje a la baja de las principales materias primas forrajeras, excepto en el caso de la caña de azúcar. En la Unión Europea y Estados Unidos de América (en adelante, Estados Unidos), las políticas públicas apoyan cada vez más la transición a vehículos eléctricos y favorecen los productos de desecho y residuos como materias primas para la producción de biocombustibles. Sin embargo, los principales productores de caña de azúcar y aceite vegetal (por ejemplo, Brasil, India, Indonesia), seguirán incrementando su producción de biocombustibles por el uso creciente de combustibles para transporte, las metas ambientales y los esfuerzos por reforzar su sector agrícola nacional.

Las Perspectivas de este año señalan la importante influencia de las inversiones públicas y privadas en el aumento de la productividad. Durante la próxima década se prevé que la producción agrícola mundial aumentará 1.4% anual, y la cantidad adicional se producirá, sobre todo, en las economías emergentes y los países de ingresos bajos. Las Perspectivas indican que habrá mayor acceso a los insumos, así como a inversiones orientadas a incrementar la productividad en tecnología, infraestructura y formación agrícola como los impulsores esenciales del desarrollo en este ámbito. Priorizar la agricultura y focalizar debidamente el gasto privado y público en infraestructura tecnológica son pasos particularmente fundamentales para mejorar la productividad agrícola, sobre todo en países con recursos públicos limitados y una fuerte dependencia económica del sector agrícola.

Invertir en mejorar los rendimientos y la gestión agrícola impulsará el crecimiento en la producción mundial de cultivos. Dando por hecho que se contará con sistemas de producción más intensivos durante la próxima década, se espera que 87% del crecimiento previsto en la producción mundial de cultivos provenga de los aumentos en rendimiento, 7% de una mayor intensidad de cultivo y solo 6% de la expansión de las tierras de cultivo. Se prevé que las brechas en los rendimientos regionales se reducirán durante la próxima década, pues se estima que los rendimientos de los principales cultivos aumentarán en India y África subsahariana mediante semillas mejor adaptadas y una mejor gestión de cultivos.

Al igual que las tendencias en la producción de cultivos, una gran proporción del crecimiento previsto de 14% en la producción ganadera y pesquera provendrá de mejoras en la productividad. No obstante, también se espera que los aumentos de los rebaños contribuyan significativamente al crecimiento de la producción de ganado en las economías emergentes y los países de ingresos bajos. Las mejoras en la productividad del sector ganadero se lograrán sobre todo al utilizar sistemas más intensivos en forraje, genética mejorada y mejores prácticas de manejo de rebaños. Se prevé que en 2027 la producción acuícola superará a la producción de pesca de captura y en 2030 representará 52% de toda la producción pesquera.

En las Perspectivas se hace hincapié en la importante contribución de la agricultura al cambio climático. Se espera que la intensidad de carbono de la producción agrícola se reduzca en la próxima década, ya que se prevé que las emisiones directas de gases de efecto invernadero (GEI) provenientes de la agricultura aumentarán a un ritmo menor que la producción agrícola. No obstante, se prevé que las emisiones mundiales de GEI provenientes de la agricultura aumentarán 4% durante los próximos 10 años, y que la ganadería representará más de 80% de este aumento. Por consiguiente, se requerirá que el sector agrícola adopte medidas políticas adicionales para contribuir con eficacia a la reducción mundial de las emisiones de GEI, tal y como se estipula en el Acuerdo de París. Esto incluye la implementación a gran escala de procesos de producción climáticamente inteligentes para mitigar las emisiones de GEI, sobre todo en el sector ganadero.

El comercio sigue siendo especialmente importante para los países con recursos restringidos, que dependen en gran medida de las importaciones de productos alimentarios básicos y de alto valor. A nivel mundial, se espera que la proporción de calorías importadas en el consumo total se estabilice en cerca de 20%, aunque con diferencias regionales. Por ejemplo, se prevé que llegará hasta el 64% en la región del Cercano Oriente y África del Norte. A su vez, las exportaciones contribuyen de manera importante al desarrollo de la producción agrícola en muchos países y regiones. Se prevé que para 2030, 34% de la producción agrícola de América Latina y el Caribe se exportará. Debido a los crecientes desequilibrios regionales, el uso de políticas comerciales restrictivas (por ejemplo, restricciones a la exportación y a la importación) podría afectar negativamente a la seguridad alimentaria y la nutrición mundiales, así como a los medios de vida agrícolas.

Las proyecciones de precios de las Perspectivas toman en cuenta el estado actual del consumo y la producción de productos básicos agrícolas a nivel mundial, con base en las condiciones de mercado esperadas. Los precios internacionales de la mayoría de los productos básicos aumentaron en el segundo semestre de 2020, impulsados por la fuerte demanda de forraje en China y las restricciones al crecimiento de la producción mundial. Como consecuencia, se asume que durante los primeros años del periodo de proyección se producirán ajustes. A partir de entonces, se espera que los elementos fundamentales de mercado desencadenen una ligera baja de los precios reales debido a las mejoras en materia de productividad y a un desacelerado crecimiento de la demanda. La disminución de los precios reales puede ejercer presión sobre el ingreso de los productores, en especial los pequeños agricultores y los agricultores familiares que no pueden bajar sus costos lo suficiente al mejorar su productividad. Durante la próxima década, la variabilidad climática, las enfermedades y las plagas de animales y plantas, los cambios en los precios de los insumos, las tendencias macroeconómicas y otras incertidumbres provocarán variaciones en torno a los precios previstos.

Suponiendo que se logra una rápida recuperación de la pandemia mundial de COVID-19 y que no hay grandes cambios en las condiciones climáticas o en el entorno de políticas públicas, en las Perspectivas Agrícolas 2021-2030 se presentan las principales tendencias en los mercados alimentarios y agrícolas durante la próxima década. Si bien se espera que se avance en muchos aspectos, para poder cumplir con la Agenda 2030 y alcanzar los ODS en ese año será necesario emprender acciones concertadas y mejoras adicionales en todos los niveles, así como mayores esfuerzos por parte del sector agrícola.

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