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Las perspectivas de transporte del ITF ofrecen una visión global de las tendencias
recientes y las expectativas a corto plazo en el sector del transporte a escala mundial,
así como perspectivas a largo plazo para la demanda de transporte de aquí a 2050.
El análisis cubre el transporte de carga (marítimo, aéreo y vial) y el de pasajeros
(carretera, tren o avión), así como las emisiones de CO2 vinculadas a dichos modos
de transporte en función de diferentes situaciones políticas.
Esta edición se centra específicamente en el impacto de las potenciales perturbaciones
que puedan ocurrir en los sistemas de transporte. ¿Cómo influirán los avances perturbadores
en la demanda futura, las distribuciones modales y las emisiones de CO2 vinculadas
al transporte? Las tendencias emergentes en el transporte, como la electrificación,
la movilidad compartida y los vehículos autónomos podrían conllevar implicaciones
profundas para el sector y la formulación de políticas, así como otros elementos exógenos,
a saber: el comercio electrónico, la impresión en 3D o las nuevas rutas comerciales
internacionales.
Existe una multitud de casos posibles en los que puede haber perturbación que se han
simulado en este estudio. Estos casos se diseñaron para explorar los confines de las
suposiciones realistas en cuanto a las condiciones venideras. Como resultado de los
mismos, en sus conclusiones se describe un conjunto de posibles escenarios futuros
en base a suposiciones extremas, pero no son predicciones para los próximos 30 años.
El que la realidad se aproxime a algunas de estas situaciones evocadas dependerá de
la medida en que dichas suposiciones se materialicen, así como del derrotero que tomarán
los encargados de formular políticas en los próximos años. La finalidad de estas simulaciones
es alimentar los debates sobre el papel que desempeña la política pública en la orientación
y la gestión del cambio perturbador.
Conclusiones
La incertidumbre es un atributo intrínseco al entorno económico actual y, por ende,
limita la capacidad de realizar proyecciones rotundas. Sin embargo, se puede afirmar
con cierta seguridad que, a escala mundial, la demanda de movilidad continuará aumentando
en las próximas tres décadas. El transporte de pasajeros crecerá casi el triple entre
2015 y 2050, de 44 billones a 122 billones de kilómetros por pasajero. China e India
estarán detrás de un tercio de los viajes de pasajeros de aquí a 2050, en comparación
con el 25 % en 2015.
Los vehículos privados seguirán siendo el modo de transporte personal preferido en
todo el mundo. Los viajes en ciudades, sobre todo, se inclinarán más hacia el transporte
público y la movilidad compartida. Para 2050, se prevé que ambas formas de transporte
supongan más del 50 % del total de kilómetros por pasajero. Los viajes de pasajeros
a escala internacional están al alza en todo el mundo, y se prevé que sigan aumentando,
con una fuerza mayor en los países en desarrollo. Asimismo, se prevé que los kilómetros
por pasajero en aviación en la India y China, exclusivamente, aumenten hasta cuatro
veces, pasando de 5.506.000 millones en 2015 a 21.583.000 millones en 2050.
La demanda de transporte de carga mundial se triplicará entre 2015 y 2050, según la
trayectoria actual de la demanda. Con un 4,5 %, se espera que el transporte aéreo
tenga la tasa de crecimiento compuesto anual más elevada entre todos los modos de
transporte para 2050, aunque represente un pequeño porcentaje del total de carga en
kilómetros por tonelada. Más del 75 % de todo el transporte de cargamento se realizará
en buques en 2050, prácticamente en la misma proporción que en 2015. A la luz de los
desafíos actuales, derivados de la economía mundial y de los conflictos comerciales
en expansión, la exactitud de estas proyecciones para el transporte de carga es especialmente
incierta, ya que la demanda depende, principalmente, del crecimiento económico y de
la actividad comercial internacional.
Las emisiones de CO2 del transporte seguirán suponiendo un enorme reto. La extrapolación
de las ambiciones políticas actuales con el futuro muestra que estas no conseguirán
mitigar el aumento de las emisiones de CO2 del sector transporte, ante el robusto
crecimiento de la demanda de transporte, prevista para los próximos años. En un entorno
donde se apliquen las políticas de atenuación ya anunciadas con el grado de ambición
actual, las emisiones de CO2 derivadas del sector transporte en todo el mundo se prevé
que sigan aumentando en un 60 % de aquí a 2050. Este crecimiento se ve impulsado,
principalmente, por el incremento en la demanda del transporte de mercancías y de
pasajeros interurbano, que se espera aumenten en un 225 % de aquí a 2050. Las emisiones
derivadas del transporte urbano de pasajeros, por el contrario, está previsto que
disminuyan en un 19 %, reflejando la enorme atención que conceden en la actualidad
las políticas al transporte urbano.
La aplicación de políticas de descarbonización más ambiciosas altera significativamente
las trayectorias proyectadas en cuanto a la demanda de transporte y las emisiones
de CO2 conexas. En tal caso, previendo una gran ambición, la demanda mundial de transporte
de pasajeros sería un 20 % más baja en 2050, y las emisiones conexas un 70 % más bajas,
comparadas con la ambición manifestada en la actualidad. Si bien es cierto que la
demanda de transporte de mercancías seguiría manteniéndose estable en ambos casos,
las emisiones de carbono de dicho tipo de transporte serían un 45 % inferior en 2050
de lo que son en la coyuntura actual. Aún así, esto no conseguiría llegar a las reducciones
previstas en los objetivos del Acuerdo de París para mantener el aumento de la temperatura
media mundial por debajo de los 2 grados Celsius, con respecto a los niveles de la
era preindustrial.
El transporte se enfrenta a multitud de perturbaciones tanto dentro como fuera del
sector. Las repercusiones de dichos avances, individual o colectivamente, se recrearon
para estas Perspectivas de transporte.
La movilidad compartida podría reducir a la mitad el número de kilómetros por vehículo
en las zonas urbanas si se adoptara ampliamente. Así, se podría llegar a una disminución
del 30 % de las emisiones de CO2 en el transporte urbano de aquí a 2050, sobre las
proyecciones en que se basan las ambiciones actuales. El uso generalizado de vehículos
autónomos podría aumentar el número de kilómetros por vehículo y las toneladas de
CO2 emitidas en la mayoría de las zonas urbanas. Las simulaciones muestran que un
mayor acceso al teletrabajo podría, asimismo, disminuir los kilómetros por pasajero
urbanos recorridos y las emisiones de CO2 conexas en torno a un 2 % en 2050, en comparación
con las ambiciones actuales.
Además, estas simulaciones indican que la proliferación de la aviación de larga distancia
y bajo coste podría aumentar el número total de kilómetros por pasajero viajados en
el transporte interurbano y las emisiones de CO2 conexas en un 1 % en 2050, en base
a las proyecciones actuales. Los resultados de estas simulaciones sugieren que la
disponibilidad de sistemas ferroviarios de alta velocidad incrementarían el uso total
de este modo de transporte en un 1 %, reduciendo las emisiones de CO2 del transporte
interurbano en menos del 1 %. El uso de combustibles alternativos en aviación, por
su parte, tiene potencial para reducir drásticamente las emisiones de CO2 que dimanan
del transporte aéreo, fundamentalmente descarbonizando los vuelos de corta distancia.
Como resultado, se observaría un 55 % menos de emisiones en aviación doméstica en
2050, en comparación con las ambiciones actuales.
El rápido crecimiento del comercio electrónico podría llevar a aumentos leves en el
volumen de transporte de mercancías de entre un 2 % y un 11 %, dependiendo del modo
de transporte. Las emisiones de CO2 del transporte de mercancías aumentarían, por
ello, en un 4 %. La amplia aceptación de la impresión en 3D en la fabricación y con
fines de uso doméstico podría reducir el volumen total de mercancías en un 28 % y
sus emisiones de CO2 conexas en un 27 %, en comparación con las ambiciones actuales.
No obstante, este nivel de aceptación de la impresión en 3D parece improbable.
Las nuevas rutas comerciales tienen un modesto impacto en los volúmenes mundiales
comerciales, reduciéndolos en un 2 % y, por ende, sus emisiones de CO2 en un 1 % en
2050, en comparación con las ambiciones actuales. Sin embargo, la creación de estas
nuevas rutas comerciales podría cambiar significativamente los patrones espaciales
del transporte de mercancías, lo que conllevaría importantes repercusiones para las
cadenas logísticas globales y la infraestructura de redes de transporte.
En cuanto al transporte de mercancías en superficie, la aceptación generalizada de
los vehículos de gran capacidad podría llevar a una disminución de un 3 % de las emisiones
de CO2 en el sector del transporte de mercancías en 2050, en función de las proyecciones
actuales. La introducción de carburantes de bajas emisiones o cero emisiones en el
transporte de mercancías por carretera de larga distancia podría llevar a reducciones
de un 16 % en las emisiones de CO2 de aquí a 2050. Las simulaciones muestran que el
uso de vehículos de gran capacidad y camiones autónomos en el transporte de mercancías
por carretera podría no tener impactos notorios en la demanda general de transporte
de mercancías o en sus emisiones conexas. Sin embargo, el uso generalizado de camiones
automatizados podría conllevar un traspaso nada despreciable del transporte ferroviario
a la carretera (‑9 % ferroviario, +6 % por carretera en 2050).
En casos de perturbación plena, en los que coinciden varios acontecimientos perturbadores,
la demanda de transporte prevista y las emisiones de CO2 conexas son inferiores en
2050, en relación con las ambiciones actuales en todos los sectores. Se pueden conseguir
reducciones de emisiones acusadas si se ejecutan políticas que conlleven una descarbonización
más profunda en el sector y, en algunos casos, guíen el avance de dichas perturbaciones.
Por ejemplo, en el transporte urbano de pasajeros, la adopción generalizada de vehículos
autónomos compartidos podría reducir las emisiones de CO2 en un 73 % y los atascos
en un 24 % en 2050, en comparación con las proyecciones actuales, siempre y cuando
se enmarquen en políticas adecuadas.
Del mismo modo, las perturbaciones tecnológicas en el transporte interurbano de pasajeros
tienen un enorme potencial de mitigación de las emisiones si se gestionan con medidas
políticas complementarias, en vez de hacerlo solo con carácter puntual. En el primero
de los casos, se podrían reducir las emisiones en un 76 % en 2050, en el segundo,
en un 63 %. Los resultados son muy similares en el transporte de mercancías, donde
las políticas en aras de aumentar la eficacia logística llevarían a mayores reducciones,
gracias a los avances tecnológicos. Solo con dichos avances tecnológicos, las emisiones
de CO2 relacionadas al transporte de mercancías se reducirían en un 44 % en 2050.
Con la implementación conjunta de otras medidas políticas de tipo logístico, la reducción
de las emisiones alcanza el 60 %.
Juntas, estas simulaciones muestran que las políticas en materia de transporte determinan
en gran medida el impacto que tendrán las perturbaciones en la demanda de transporte
y en su huella de carbono. La implementación simultánea de políticas destinadas a
mitigar las emisiones de CO2 mejora la reducción de las emisiones en todos los sectores
del transporte. Por ello, los encargados de formular políticas desempeñan un papel
clave en el establecimiento de la naturaleza y la envergadura del cambio, incluso
aunque haya acontecimientos que perturben considerablemente los sistemas de transporte.
Orientación de las políticas
Unas herramientas de planificación perfeccionadas mejoran la adaptabilidad ante la
incertidumbre
La incertidumbre a largo plazo complica la planificación. Esto se aplica especialmente
a las inversiones en infraestructuras duraderas. La planificación de escenarios ayuda
a los encargados de formular políticas a comprender los límites de las decisiones
y les permite seleccionar las opciones más resistentes para la mayoría de las personas
y para todo lo que pueda ocurrir en el futuro. Otra estrategia para hacer frente a
la incertidumbre en la formulación de políticas es diseñar sistemas de transporte
de una manera que se les permita adaptarse a las condiciones cambiantes, incluyendo
los impactos asociados a avances potencialmente perturbadores.
La política en materia de transporte debe anticipar obstáculos que se originen fuera
del sector
Las políticas en materia de transporte deben poder responder a una gran gama de acontecimientos
perturbadores. Solo de esta manera se podrán cosechar los beneficios potenciales y
minimizar posibles impactos negativos. Las perturbaciones que se originen fuera del
sector transporte no pueden ser controladas por los encargados de formular políticas.
Sin embargo, sus decisiones determinarán la dirección y magnitud de las repercusiones
que estas tendrán en el sector. Las políticas inteligentes tienen en cuenta cómo las
perturbaciones pueden afectar a los usuarios del transporte y evitar estructuras de
incentivos que generen resultados no deseados. Aquí los datos serán fundamentales
para comprender mejor la dinámica y el impacto potencial de los acontecimientos que
podrían perturbar el transporte.
Los sistemas de transporte se beneficiarán de los marcos de políticas que fomentan
la innovación
Las tecnologías innovadoras y los nuevos modelos de negocio están en el centro de
los acontecimientos perturbadores con se que topa el sector transporte. La velocidad
con la que estos cambian supera a menudo el ritmo al que se adapta la legislación.
Por esta razón, las autoridades públicas necesitarán salir del enfoque estático tradicional
y permitir la experimentación y lo cambios iterativos, de los que el sistema de transporte
podría beneficiarse. Las revisiones periódicas de las leyes, las exenciones reglamentarias
limitadas y la promulgación de políticas de manera colaborativa, aunando esfuerzos
de autoridades públicas e instancias en materia de regulación pueden desempeñar una
labor esencial. Una minuciosa evaluación del riesgo también es necesaria para establecer
cuándo se pueden adoptar dichos enfoques sin poner en peligro los resultados políticos
deseados.
Se necesitan unas políticas más ambiciosas para frenar el aumento del las emisiones
de CO2 vinculadas al transporte
Habrán de usarse todos los mecanismos políticos para generar soluciones de transporte
que satisfagan la creciente demanda en materia de movilidad de una manera sostenible.
Estos tendrán que tener por objeto evitar una demanda innecesaria de transporte, llevar
la movilidad hacia opciones de transporte más sostenibles y mejorar la eficiencia
del transporte. Muchas políticas actuales se centran en el transporte urbano, y algunas
con gran éxito. No obstante, será necesario abordar, también, las emisiones todavía
al alza en el transporte interurbano e internacional.