Las mejoras en el marco de la política macroeconómica a lo largo de las dos últimas décadas y una regulación prudente del sistema financiero han contribuido a reducir la volatilidad de la producción en México en comparación con otros países de la OCDE. La fuerte recesión de 2008-2009 demostró que, a pesar de todo, la volatilidad del producto se ha mantenido alta. La regla fiscal contribuyó a equilibrar el presupuesto federal y a mantener un nivel bajo de deuda pública, al tiempo que mejoró la credibilidad fiscal, pero debe fortalecerse para permitir la acumulación de una mayor reserva de activos financieros a fin de reaccionar ante choques inesperados. Aunque la producción se contrajo abruptamente a principios de 2009, la inflación observada y la esperada se mantuvieron por encima del objetivo, en parte porque la rigidez de los mercados laboral y de productos limita la flexibilidad de los precios. Esto restringió la respuesta de la política monetaria. El sistema bancario soportó bien la recesión de 2008-2009, pero la contracción del crédito bancario fue más fuerte que en otros países de la OCDE, como resultado en cierta medida de un ciclo de expansión y contracción del crédito al consumo que precedió a la recesión. Mientras en otros países de la OCDE el sector servicios estabiliza la producción, en México éste contribuye a su volatilidad. Dicha volatilidad refleja parcialmente el predominio de los servicios con fuertes vínculos con la industria manufacturera, mientras siguen sin desarrollarse servicios al consumidor modernos y más estables. La volatilidad del producto podría reducirse aún más modificando la regla fiscal para acumular mayores reservas de activos financieros durante los periodos de expansión económica o de precios altos del petróleo, y tomando medidas para aumentar la flexibilidad de los precios. México también debe adoptar las convenciones estadísticas internacionalmente aceptadas